22 dic 2009

La Torre de la Cautiva

Eran las cinco en punto de la tarde. Hora lorquiana. Desde el balcón central de la sala de la Cautiva, en la Alhambra de Granada, veía a mis pies la ciudad, y más cercanos sus Cármenes

Frente a mi el Sacro Monte, barrio gitano donde los haya. Dorado de soles, blanco de cales.Con todas las embocaduras pintadas en albero, el color de la arena de las plazas de torosNiños gritando entre sus calles, juego al corre que te pìllo

Al fondo Sierra Nevada, como sultán entronado que todo lo contempla.

Recuerdo que era sábado, el día de mi primera visita, pasada la hora del almuerzo. Quería visitar la Alhambra y ver desde ella los más hermosos atardeceres. A esa hora "La roja" (ese es su nombre en árabe al-hambra) , es cuando más majestuosa se ofrece.

Pensada primero como fortaleza, luego con el paso de los años, se fué trasformando en el más bello palacio Nazaríe ,en la cumbre de su perfección. Austera por fuera, deslumbrante y delicada por su interior.

Ochocientos años de vida en común, no hizo si no que los invasores árabes, terminaron siendo andaluces de diferente religión.Comencé mi visita por la Sala de Embajadores, diseñada para deslubrar a tan especiales visitantes, entre luces y penumbras perfectamente estudiadas.Abandoné el grupo, y proseguí por mi cuenta por sus jardines. Tomillos, romero, hierbabuena, y cantar de agua. Los musulmanes habían plasmado aquí su ideal del Paraiso.

Cuando me dí cuenta, estaba en el interior de una gran sala: la Sala de la Cautiva o también llamada Sala de Sultanas.Su refinamiento era exquisito: mármoles, estucos, mocárabes ,yeserías por donde miraras. Frisos en azulejos de una geometría perfecta.

Sin duda era la sala preferida por el Sultán para sus citas con sus concubinas, Todo invitaba al relajo, el éxtasis y el placer de los sentidos.

Desde su balcón, contemplaba a sus pies Granada. Cuando noté un viento fresco que me envolvía.

Sentí sobre mi cogote una mirada fija.

Me giré y...la ví. Ojos de azabache, pelo en cascada sobre sus hombros. Era joven, en el explendor y madurez de su cuerpo.Vestía una túnica trasparente, que dejaba al descubierto más que ocultaba.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Me tendió la mano y me dijo " Ven..."

Me llevó por la hasta ahora disimulada puerta entre los azulejos del zócalo que, ella cerró nada más pasar.

Ascendimos por una muy empinada escalera oscura, hasta el piso superior; justo encima de la sala de Sultanas. Espaciosa, sin ventana alguna; sólo

unos taladros en la bóveda en forma de estrellas y que proyectaban su luz, de esa manera sobre un suelo cuajado de cojines multicolores.

Mis ojos se acostumbraron a la penumbra. Todo era sensual en la estancia.Nos arrodillamos a escasos centímetros el uno del otroElla dejó caer su túnica al suelo, y pude contemplar su piel dorada.Cogió mi mano y la llevó a su pecho joven, suave, cálido y palpitante. Sin dejar de mirame a los ojosme dijo "Tómame.."

Abrazos, gemidos, besos deseados; caimos sobre el mullido suelo para al fín , entrega sin egoismo...,carne seca en carne húmeda. Espada en vaina.

Creí que levitábamos cuando a la par llegamos al éxtasis en un orgasmos conjunto.Nueve citas, todas a las cinco de la tarde, a cada cuál más placenteraNueve citas como las nueves capas del techo de la sala de sultanas, en imitación a su bóveda celeste.Nueve citas como los paraisos que su religión promete.

Hoy faltaban unos minutos para las cinco de la tarde, y yo esperaba

Oí, primero un murmullo, luego un grupo de japoneses con un guía español, en perfecto inglés, les narraba sobre La Alhambra: " ...Y en lo alto de la Torre del Homenaje hay un texto que dice: Dale limosna mujer que no hay mayor pena en este mun do que ser ciego en Granada"

Luego, ya en la sala de la Cautiva, comentó sobre la dulzura de sus detalles, ante su asombro .Para luego contarles:..." Y entre estas piedras se encuentra el espíritu de una joven y bella sultanaque murió sin poder consumar su matrimonio, con su amado, ya que presto el mismo día de su boda, partió a luchar contra los cistianos, perdiendo en la batalla su vida.Cuenta la leyenda que sus gemidos de amor son perfectamente audibles a través de estos fuertes muros.

Jajajajajaja rió el guía... seguro que colmaría de delicias a cuaquier joven que se la encontrara..Jajaja

Gracias javier...

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